“Píramo
y Tisbe, el uno el joven más bello de todos, la otra la más hermosa de las
jóvenes de Oriente…”
Romeo y Julieta es una
de las obras más importantes de la literatura occidental. Es muy difícil
encontrar a alguien que no conozca la triste historia de amor imposible entre
los dos amantes de Verona. Lo que no todo el mundo sabe es que, para elaborar su historia, Shakespeare se dejó influir por numerosos relatos
anteriores a su obra cumbre. El más
importante de todos, y el que más le sirvió como ejemplo, fue el conocido como
mito de Píramo y Tisbe, que se encuentra en las Metamorfosis de Ovidio.
Píramo y Tisbe eran dos
jóvenes babilonios que se enamoraron gracias a la relación de vecindad que
compartían. Aunque Romeo y Julieta viven en la misma ciudad (Verona), Shakespeare
difiere del mito latino al colocar el inicio de su enamoramiento en un baile de
disfraces organizado por la familia de Julieta. En el tema familiar Shakespeare
se deja influir mucho por la obra de Ovidio, en la que sus personajes se
encuentran con la oposición parental para emprender su relación. Los amantes veronenses encuentran a su favor el apoyo indiscutible de la ‘aya’. Este
personaje es una introducción del autor inglés basándose en la Celestina de La tragicomedia de Calisto y Melibea.
Haciendo esto Shakespeare consiguió trasladar a un personaje de la literatura
española al primer plano de la literatura universal.
A la hora de
desarrollar la historia ambos autores toman caminos distintos aunque con el
mismo final trágico. Romeo y Julieta llegan a casarse con ayuda del cura que
piensa que esa boda va a ser lo que siembre la paz entre las familias. Sin
embargo, el primo de Julieta, Teobaldo, reta en duelo a Romeo por la
intromisión en el baile de disfraces. Aunque las ofensas van dirigidas al joven
enamorado, es Mercucio, amigo de Romeo, el que acaba aceptando el duelo en el
que al final acaba herido de muerte. Tras este duro palo, Romeo no puede
aguantarse y mata a Teobaldo. Esto da lugar al “comienzo del trágico final”;
Romeo es exiliado de la ciudad y Julieta decide fingir su muerte para así huir
con su amado y evitar la boda con Paris. El mensaje en el que se le explica a
Romeo la verdad nunca llega a su destinatario y, al enterarse éste de la
“muerte” de Julieta, acude a su sepulcro donde ve el falso cadáver de su amor.
Por esto decide quitarse la vida con veneno, con tal mal ‘fatum’ que Julieta se
despierta justo a tiempo para ver a su amado morir. El desenlace trágico termina
con el suicidio de Julieta. Si comparamos esto con el mito latino, vemos
ciertas similitudes.:Píriamo y Tisbe deciden huir para vivir su amor. Ésta, en
su huida, deja caer su velo y una leona la mancha de sangre. Cuando Píriamo ve
esto, cree que su amada ha fallecido y se quita la vida con un puñal. A Tisbe,
escondida en una cueva, no le da tiempo a evitar el suceso y, desconsolada, se
provoca la misma suerte que Píriamo. El punto más claro de unión lo vemos en la
demostración de que es el amor y la muerte lo que consigue unir a las dos
familias enfrentadas, ya que aceptan enterrar a sus hijos juntos. El amor de
ambas parejas de enamorados es imposible y solo ha podido cumplir con su
función reunificadora una vez muertos los protagonistas.
Cabe destacar que,
aunque se inspiro en el mito latino, Shakespeare añadió muchísimos más
personajes y creó una historia diferente a la de Ovidio. Introdujo, como ya
hemos nombrado, la conocida figura de la ‘aya’ que tanta repercusión tuvo en la
historia posterior y un carácter cómico en algunos personajes.
Sin embargo, es
importante recordar (y más en los tiempos que corren) que fueron los griegos y
los romanos los que pusieron las bases de lo que hoy podemos llamar cultura
occidental. Que nuestras historias más conocidas suelen encontrar argumentos
casi gemelos en obras de aquella época. Que, a fin de cuentas, nuestro modo de
vida empezó a forjarse hace más de dos mil años. Y que, aunque solo sea por
eso, merece la pena conocerlas.